Por Xiomara Borges
Ante un evento de estrés, hipertensión, gastritis … la primera indicación médica que nos da el doctor en su consultorio, antes de extender el récipe es: “mejore la calidad y el estilo de vida. Controle el estrés, además de mantener una dieta balanceada. Piense en positivo y practique ejercicios”.
Y es que al mejorar la calidad y estilo de vida, el paciente puede reprogramar sus códigos genéticos al silenciar los defectuosos y activar los más aptos. Esa es la base de la epigenética.
Esta nueva forma de ver la medicina, no solo trata al individuo enfermo con fármacos tradicionales, sino que va más allá. Indaga en el paciente cómo es su interacción con las circunstancias o el medio ambiente que lo rodea y cómo él las enfrenta.
Si éste es inadecuado, el individuo se carga de sentimientos y emociones conflictivas extremas como la rabia, la ansiedad, la desilusión, la tristeza.
Todas estas situaciones causan diversas enfermedades, tumores y afecciones severas en el organismo.
Fernando Vargas, internista gastroenterólogo venezolano, especialista en medicina epigenética, se dio cuenta de esta situación, tras 35 años de tratar pacientes con enfermedades gastrointestinales.
El identificó que el sentirnos mal, no solo responde a herencias genéticas, la cual nos hace propensos a sufrir determinadas enfermedades, sino que el mal manejo de nuestras emociones también enferma.
Si bien utiliza los métodos convencionales para curar a sus pacientes, en algunas circunstancias va más allá investigando qué cosas o situaciones familiares de trabajo o pareja, afectan al enfermo.
Este diagnóstico lo conduce, en algunas oportunidades, a utilizar otros métodos no tradicionales como la regresión, para indagar qué cosas hicimos o sufrimos en vidas pasadas y que repercuten en el aquí y ahora.
Dice Vargas: “nosotros trabajamos con un equipo multidisciplinario induciendo a nuestros pacientes, con diferentes métodos, para que descubran, en un estado de expansión de conciencia, a percibir su realidad vital que les permita darle relevancia a todos sus actos de vida, motivándolos a evolucionar como seres humanos en un estado de paz y alegría, con un buen estilo de vida que permita mantener en condiciones operativas al cuerpo a través de una buena alimentación, ejercicio e interrelación medioambiental adecuada en cualquier tipo de situación , favoreciendo en forma dinámica la expresión óptima de sus mejores códigos genéticos de sobrevivencia para que su evolución sea en estado de salud y no de enfermedad”.
“Para llegar a esta conclusión nos apoyamos en la observación de 35 años de trabajo atendiendo en la consulta ambulatoria y hospitalaria a más de 30 mil pacientes con 120 mil entrevistas de seguimiento, a quienes además de la evaluación habitual se analizó sus síntomas, calidad y estilo de vida con metodología estadística y con un software especialmente desarrollado para este fin”. ´
Agrega Vargas que sólo aquellos pacientes que tomaron conciencia de cómo enfrentaban los problemas de la vida pudieron salir airosos de su enfermedad, en este caso gástrica, que él les trató.
Pingback: Medicina epigenética: Somos lo que pensamos | Desde la Presidencia
Otro muy interesante artículo. Altamente recomendable. Y con una saludable sugerencia: hay que controlar el estrés.
Me gustaMe gusta